domingo, 13 de enero de 2008

Cuento mío

ººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººº

--EL DEMONIO—

Era un demonio muy viejo.. Gustaba de vagar por desiertos ardientes arrastrado por el viento aún más ardiente y ver allá abajo las caravanas avanzar poco a pocoy las negras tiendas de los beduínos, como insectos. Era tan viejo que había visto a Asurbanipal en persona al frente de su ejército sus batallas y sus atrocidades al entrar en las ciudades conquistadas.

“-Cien mil hombres he hecho empalar, yo, Asurbanipal”-escribia en estelas de piedra.

Vió a los egipcios luchar bajo un sol implacable y expulsar a los hititas y la sangre correr entre las piedras calcinadas donde no crecía nada.

Más tarde vió a las legiones romanas, un poco más allá, morir de forma parecida por la gloria del Imperio.Pasaron los siglos y siguió viendo soldados que se mataban entre sí.

Sufría mucho porque no había muerto en paz y su espíritu no encontraba descanso. Era solo eso, un espíritu atormentado . De día gemía con el viento su dolor y de noche se quejaba con las piedras que crujían en la oscuridad.

Hasta que un día no pudo más y se dirigió al que más odiaba, a El Que No Tiene Nombre.

-Déjame entrar en el cuerpo de un hombre, para que le atormente y sea un poco menos infeliz!-suplicó.

Pero no recibió respuesta.

Y como era un espíritu maligno se enfurecio terriblemente y se dirigió aonde habitaban los hombres.

Entró en el cuerpo de una de ellos y empezó a atormentarle.Los otros dijeros:

-Está endemoniado, hay que matarle.

Y los que decían esto no se daban cuenta de que habían llevado toda la vida ellos también otro diablo dentro.

Lo ataron a un poste y lo quemaron, y alababan a El Que No Tiene Nombre mientras llamas lamían y abrasaban el cuerpo de aquel desgraciado.

Al demonio le daba lo mismo el fuego de la hoguera que el fuego del desierto, y volvió a él, donde pasó varios siglos más gimiendo atormentado.

Un día pensó:

-Tal vez en el mar encuentre algún reposo.

Y volvió a vagar, esta vez sobre las olas y vió los barcos y los hombres que en ellos trabajaban. Voló sobre la inmensidad del océano, lejos de la costa, tan lejos que no veía tierra por ninguna parte. No había allí barcos ni gaviotas. Solo a veces allá abajo el cuerpo brillante de un gran pez aparecía, para volver a hundirse en las profundidades..

Pero la inmensidad del agua no le dio la paz. Nada exterior a él podía dársela. Estaba solo.

Pensó en cuando estaba en el cuerpo del hombre.No había sido feliz ni un momento, pero haciendo sufrir apaciguaba un poco su dolor.

Y volvió a hacer lo que antes había hecho.

Este cuento no tiene final, pues no es un cuento alegre, sino un cuento escrito en una mala hora. Pero no es más que eso, un cuento.

Tampoco es un cuento triste, porque los cuentos tristes tienen un final triste.

No es ni triste ni alegre.

Es sólo un cuento.

No hay comentarios: