martes, 10 de junio de 2008

Esta soy yo en viernes



dispuesta a ir a la mezquita. No es obligatorio como en mis tiempos ir a misa los domingos, que solo podías dejarlo si estabas enfermísima. Allí vas cuando quieres, cuando te lo pide el cuerpo. Hay un espacio para los hombres, y una habitación para las mujeres. De mujeres vamos pocas, pero hombres hay a mogollón. Casi todos, como emigrantes que son, son jóvenes y guapos, de ojos de brasa , hombros anchos y rizos negros. No se les puede mirar a la cara, ni ellos a nosotras tampoco, pero yo lo hago de reojo. Hay cantidad. Antes de que llegue el imán, que no tiene nada que ver con un sacerdote, es simplemente digamos así como el jefe espiritual que redacta las jutbas (sermones) y dirige la plegaria, ya está la parte de los hombres llena. Nosotras nunca pasamos de seis o siete, y antes cotorreamos un poco, eso sí, sin criticar a nadie ausente, porque uno de los pecados más grandes del Islam, aunque no tanto como asesinar a un musulmán, robar o prestar dinero a interés, aunque no sea usurario,y por supuesto el adulterio, es criticar a un hermano ausente. Esto da tranquilidad, pues sé que cuando me voy o no estoy las demás no me pondrán verde, como suelen hacer las cristianas . Y si yo me pudiera a criticar a alguien, se pondrían muy serias y sería muy mal vista. En general, y aparte de mis dos amigas preferidas, Leyla-la-de-los-ojos-negros y Amina, que es española conversa casada con un musulmán, nos llevamos muy bien. Tenemos también a una ex-monja de clausura, que no sé por qué se ha pasado al Islam, y una negra color betún para los zapatos, muy simpática, y cuando se ríe sus dientes blancos y perfectos son como un relámpago en su cara tan oscura. Viene con su niño. Algunas traen a sus niños,pero se portan bien, no chillan ni molestan como los niños cristianos.Están mucho mejor educados. Y lo que llama la atención es que todas están siempre contentas, cosa que no pega con la leyenda de que son apaleadas sistemáticamente por sus maridos. Yo una vez, que la ocasión se prestaba, pregunté a una medio en broma si su marido la zurraba, y me miró con cara de espanto."-Yo no podría vivir con un hombre que me pegase"-fué su respuesta. Hombre, en todas partes cuecen habas, pero yo veo que después se reúnen con sus maridos para ir a casa, y yo los veo hablar a la pareja y parecen relajados y contentos. Leyla, mi mejor hermana, en guapísima. Que nadie piense mal, no hay nada de lesbianismo en ello, pero somos como hermanas. Una vez me invitó a pasar el fin de semana a su casa y me recibió con vaqueros y blusa. Yo, que siempre la había visto con el jaique y el velo, me quedé asonbrada de ver el tipo tan bonito que tenía, y una cabellera negra , brillante y ondulada hasta la cintura. Yo no pude evitar decirle que si no le daba pena ocultarse de aquel modo, sobre todo una cabellera así, con el velo y el jaique, y me contesto que su pelo y su cuerpo eran "para disfrute exclusivo de su marido, y que no le interesaba nada que otros hombres la mirasen". Caray lo que se ahorra en ropa y maquillaje, no como yo, que tengo ropa a montones y me gusta maquearme y peinarme bien para que la gente me mire...pero es que yo soy una musulmana atípica. De todos modos, solo estoy obligada a llevar el velo cuando voy a la mezquita, y una particularidad es que no se me puede salir ni un pelito de la cabeza fuera del velo, pues aunque eso es lo que favorece, parece que a los árabes les pone mucho el pelo ¡de la cabeza! de las mujeres. Pues que será del de más abajo, digo yo... Una cosa que no comprendo y una vez dije allí es que cómo siendo musulmanas y teniendo que dar ejemplo, la princesa (que no reina) mujer del rey Mohamed VI de Marruecos y la reina Rania de Jordania nunca salían retratadas con velo, y precisamente la de Marruecos tiene una cabellera pelirroja y brillante que es una preciosidad. Me contestaron que allá cada cual con su conciencia, igual que el rey de Marruecos se va cada dos por tres con su séquito masculino a tirarse juergas en París. La mujer, claro, se ueda en su palacio de Rabat. El salat es la oración de los viernes, y un cuarto de hora antes el almuédano llama desde el minarete (el nuestro es pequeñito, la mezquita se llama Abd-El Rahman y es muy mona) a la oración, diciendo en árabe: "No hay más que un Dios y Mohamed es el enviado de Dios", en árabe, porque los rezos solo valen en árabe. Allí, cuando rezamos, lo hacemos siempre en este idioma, porque es sacado del Corán, y el Corán debe rezarse en árabe. Otra cosa son las traducciones para quien no entiende esta lengua, pero a la hora de rezar no hay traducción que valga. Luego está el zakat, limosna obligatoria que hay que dar una vez al año, cantidad irrisoria, y que se mide según los ingresos de cada uno. También, si tienes dinero que no se mueve, como a plazo fijo, o plusvalía, debes dar un tanto por ciento para los pobres de la mezquita, que hay muchos ,con tanto emigrante que viene sin nada. Es pecado tener dinero parado, y hay que pagar por él. Así ya se puede tener. Como yo no tengo millones, pago algo así como una propinilla al año. Y prestar dinero a interés, eso es terrible. Es cosa de judíos y cristianos. Cuado salimos de la mezquita muchas veces vamos a alguna de las carnicerías halal, que quiere decir que todo lo que hay allí se puede comer. No espere nadie encontrar jamón ni chorizo, por ejemplo, pero tienen unas latas buenísimas hechas en Alemania para los turcos de un paté de pollo que están de rechupete. Y la carne mejor que he comido. De ternera, cordero, lo que sea menos cerdo. Y unos salchichas también muy ricas. Está todo limpísimo. La gente se cree que los árabes son sucios, pero van requetelimpios, con eso de que hay que lavarse 5 veces al día antes de los rezos. Yo no me creo que se laven y recen tanto, pero limpios sí que lo están, y ninguno huele a sobaquina. En estas tiendas hay de todo,latas de todo tipo, todo halal, especias, y unos dulces maravillosos, sobre todo la chubaquía, que son los pestiños andaluces,y suelo comprar porque a Paco y a mí nos chiflan, aunque engordan mucho. Una vez le ofrecimos al dueño del bar de abajo, que es amigo nuestro, y retrocedió espantado, poniendo una cara de asco indescriptible. A mí me irritan y a la vez estas cosas me hacen gracia, porque hay una ignorancia total hacia el Islam y sus costumbres. Mi amiga Leyla es superreligiosa,y cuando voy a su casa no me escapo de rezar 5 veces y de lavarme otras tantas, de los brazos hasta el codo, la cara, un poco pasarse agua encima del pelo, y los pies. Esta chica tiene una voz dulce y no se enfada nunca, y dice que soy su hermana preferida, pues allí todos somos hermanos en la Umma, la comunidad de los creyentes. Como los hombres, a diferencia de las mujeres, al llegar a la mezquita, se lavan los pies en unas fuentecillas que hay (las mujeres ya vienen lavadas de casa, además no se pueden enseñar las pantorrillas y no podemos lavarnos juntos), aquello no huele a queso ni en el mes de agosto. Casi todas mis compis han ido a La Meca, pues hay viajes baratísimos,pero yo estoy exenta por enfermedad. Ca, si fuera allí con lo duro que es, tendrian que repatriar mi cadáver. Ahora ya tenemos un terrenito para que sea nuestro cementerio, y yo estoy muy contenta. No sé dónde es, ya lo preguntaré. Pero seguramente cuando me muera ya habrá overbooking, y con lo caro que resulta, como no me entierren de pie, ocupando el espacio de una baldosa, no sé qué van a hacer conmigo. La cremación no está permitida. Paco, que está convencido de que se va a quedar viudo (ojalá) dice que me incinerará (él es a modo de budista) y que luego se irá a Alcazarquivir, donde nació y tenían la granja, y tirará mis cenizas en el río Lukus, el río que, como antes el Nilo, cada año se desborda mansamente abonando las tierras. El lo pasó muy bien en el río, tuvo una infancia muy alegre, cosa que le envidio, y cuando le conté lo del cementerio puso cara de chasco. Yo creo que le hacía ilu echar mis cenizas a su río del alma . Dice que su tierra es aquella.Bueno, pues si no hay cementerio para mí, que me tire al Lukus. Prefiero ser polvo en Africa o estar en tierra musulmana del cementerio, que no que me metan en el asqueroso nicho que compró mi madre cuando murió mi abuela y donde está ya toda mi familia nuclear, padres y abuela. Solo queda un espacio para mí, pero le tengo dicho seriamente a Paco que no me meta en aquella gusanera.Lo que a mí me gustaria es que me enterraran debjo de un árbol frutal,un naranjo por ejemplo, para abonarle a base de bien, aunque igual salían amargas las naranjas. Je, je...

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