EL PERRO DE SÓCRATES
+++++++++++++++++++++ (De “Perros y Gatos en la Historia”)
Una soleada mañana en el agora de Atenas. Brillaba el mármol blanco del Partenón y de los Propileos y la gente se agitaba, gritona.,cada uno a lo suyo.Mercaderes, filósofos enmedio de un reducido número de discípulos pendientes de sus palabras, vendedores de todo lo imaginable, pícaros de profesión y venerables matronas disfrutaban de aquel espléndido día.
Pero en una esquina, cerca de donde las cariátides del Erecteon soportaban pacientes las losas que les habían caído en desgracia, tres perros juntos y cabizbajos parecían la imagen patente de que en este mundo
nada es perfecto., la felicidad breve y las penas siempre al acecho.Uno de ellos, el que parecía más afectado,
era un chucho de ojos negros y tristes. El otro, que se frotaba amistosamente contra él como para infundirle valor, era un bulldog mezclado, de salientes colmillos inferiores.El tercer compañero era un perrillo chico, de orejas tiesas, rabicorto y de ojos vivísimos.
-¡Vamos, compañero!,-le decía el colmilludo a su abatido amigo.-La vida es así. Nos tienes a nosotros. Ya pasará esa pena.
-¡Te comprendemos!-decía dando saltitos el pequeñín.-Si yo os contara lo que pasé cuando fuí abandonado por mis amos...
-Nos lo has contado mil veces-le interrumpió el gordo de los colmillos.No es el momento-dijo con severidad., mirando tristemente al peludo can.
Este estaba cada vez más cabizbajo, se le hundía la cabeza entre los hombros y una lágrima gorda y redonda salió de su ojo derecho, recorrió su hocico hasta la punta y allí se quedó detenida. Entonces sacó una lengua larga y sonrosada y se la sorbió ruidosamente. Luego empezó a hablar.
-¡Ay, compañeros! ¡Qué sería de mi´ sin vuestro consuelo!. ¡Dia aciago el de hoy en que mi amo ha tenido que cruzar las negras aguas de la laguna Estigia en la barca de Caronte!
Y es que el perro de Sócrates, de tanto andar con su amo entre filósofos y escritores, había adquirido algo de las formas cultas de hablar de aquellos.
-Esta mañana, cuando le han dado a beber la cicuta, ha sido horrible...¡He perdido al mejor amo del mundo, el más cariñoso, sabio, comprensivo....Auuuuuuuhhh¡¡¡¡
Esto lo dijo ya con la cabeza hacia atrás y el corazón hecho pedazos.
-¡Cuántos buenos recuerdos tengo de él!-prosiguió sobreponiéndose, mientras sus amigos le escuchaban en respetuoso silencio..-Ibamos por el mercado con sus discípulos, y al ver la cantidad de mercancías expuestas se reía y decía:”¡Cuántas cosas necesita hoy la gente¡”...Y se reía de ellos, que sólo podían ser felices poseyendo cosas,cuando él lo era más que ninguno, y no usaba zapatos y sólo tenía un jitón que no se quitaba nunca...
-Sí, pero vaya vida que le daba a la pobre Jantipa-dijo el pequeñajo, que tenía espíritu práctico.-El no daba ni golpe, siempre viviendo del cuento, mientras ella se deslomaba lavando por cuenta ajena...
-No le critiques-dijo el perro de Sócrates.-Bien es verdad que no trabajaba, pero ten´ia una pequeña renta de sus padres y podía vivir. Jantipa era gruñona por naturaleza y le molestaba que estuviese siempre con sus amigotes Platón, Aristóteles, Euclides, Jenofonte y los demás. Lo quería siempre en casa, y los genios deben darse a los demás, irradiar su saber.
-Pero era un sabio bastante raro-dijo cautelosamente el gordo. -Yo no sé nada, soy un perro ignorante que nunca ha tratado con filósofos, pero por lo que he oído, nunca respondía a las preguntas que se le hacían. Era él quien las hacía, y sin cesar. Hurgaba en todo, nada escapaba a su ironía. Como era hijo de comadrona, decía, lo suyo era parir ideas y nada más. No daba soluciones. Unicamente decía aquello de “sólo sé que no sé nada”, y se quedaba tan ancho.
-No entiendo-dijo el colmilludo encogiéndose de hombros hasta el punto en que es capaz de encogerse de hombros un perro.
-¡Oh, no le entendéis!-decía el desconsolado can. -El era tolerante, democrático, y bajo su sucio jitón tenía un corazón que buscaba la verdad aunque sabía que nunca la encontraría. Cuando su mujer le demandó ante los tribunales, por la vida que llevaba, extravagante,,no solo no se defendió, sino que la defendió a ella, dándole la razón en todo.
-Sí, pero al día siguiente volvió a vagabundear con sus amigotes, como siempre,- dijo, tozudo, el pequeño.
-Era su forma de ser, no nació para casado. Nació para hacer preguntas sin respuesta, para remover lo que no debe tocarse. Y así ha acabado. ¡AAAuuuuuuuhhh!
-Vamos, vamos,- dijeron a coro sus dos amigos.-Dejemos esta conversación. Los perros sin amo debemos ayudarnos mutuamente. Vayamos donde los carniceros, a lo mejor nos dan un hueso para olvidar...
Y esta noche los tres aullaremos a la luna, y cuando ya no podamos más nos tumbaremos sobre los romeros hasta que venga la aurora de rosáceos dedos, y mañana será otro día---...¡Valor, compañero!. Hay que echarle valor a esta perra vida.....
Se levantaron a la vez y empezaron a andar en busca del olvido y de algún hueso suculento.
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