viernes, 30 de mayo de 2008
EL PUNTITO DE LUZ
Son las 3 de la mañana y estoy desvelada. . Me encuentro bien, pero en lugar de dar vueltas en la cama me he venido al ordenador a escribir en mi blog historias para no dormir, pues la hora y el tema no pueden ser más apropiados. Yo tengo muchos defectos, pero mentirosa no lo soy. Nunca he mentido respecto a nada de lo que he escrito, puede haber aquí muchos errores, pero mentiras juro que ninguna. Por eso, y estando en la materia que empecé más abajo, de los fantasmas, yo, aunque ya sé que me tomaréis por loca (y no os equivocaréis) me han pasado cosas que ponen los pelos de punta. Mi primera experiencia en este terreno desconocido fué la del puntito de luz; las que vinieron después ya no me asustaron, al contrario, estos relatos incomprensibles de escritura automática (no se la recomiendo a nadie, pues estás manejando unas fuerzas que no sabes adónde te pueden llevar. Yo la he hecho, y nunca más. También la ouija es peligrosa. . Viene a ser lo mismo, pero la escritura automática se practica estando solo, la ouija es cosa de varios)...pues volviendo a mi primera experiencia, yo era una niña muy pequeña, 4, 5 años... y dormía con mi abuela. Mis padres tenían su dormitorio, el perro su colchón en la cocina y mi buena abuela y yo dormíamos en una cama desvencijada que nos trajimos de Zaragoza y que de vez en cuando se rompía por un lado y mi padre la tenía que reparar con unos cuantos clavos. Eran los tiempos puros y duros de la posguerra. Pues yo cuando mi madre se venía a despedir de nosotras con un beso y cerraba la puerta, yo veía en una esquina de la habitación, de paredes encaladas como todas las de entonces, que no las pintaban ni empapelaban, yo veía en una esquina un puntito pequeño de una luz fija, que me daba mucho miedo. Yo era pequeña pero no tonta, y me dí cuenta que no podía ser un reflejo. De día cerraba la persiana enrrollable y por ella no entraba ni un rayito de sol, pues menos de noche. Dormíamos con la puerta cerrada, y al lado estaba el comedor, oscuro como boca de lobo. No había ninguna fuente de luz que justificase un reflejo en aquella maldita esquina de cal. Yo iba y tocaba la pared encalada, , pero era lo mismo que en cualquier otro lugar de la estancia. Pero cuando mi madre se iba y la casa quedaba a oscuras, aparecía en la maldita esquina el puntito de luz. Menos mal que dormía con mi abuela, y yo me acurrucaba a su espalda y me tapaba la cabeza con las sábanas para no ver, y así me dormía. Un día se lo dije a mi madre y a mi abuela. Mi mamá, con su dulzura habitual, me contesto:-¡No digas más estupideces, como vuelvas a hablar de esto veras!... Yo le tenía casi más miedo a mi madre que a la lucecita, y siempre callé. Solo de mayor lo dije y nadie me hizo caso. Pero aquella lucecita me acompañó en mis noches durante muchísimo tiempo, meses o años, esto no lo recuerdo. Nunca supe lo que era. Luego me han pasado otras cosas pero con esto que acabo de contar parece que ya quedé vacunada y no volví a sentir miedo de nada. Los romanos tenían en cada casa un altar para los dioses lares, que eran los espíritus de los muertos de la familia,y siempre ponian flores y les encendían una velita para que no se desmandasen. Yo tenía mi fantasma particular, que nunca supe lo que era, pero cuando chamanes y gente así siempre me han dicho lo mismo, que yo serviría para bruja (blanca, por dupuesto, yo nunca he tenido contacto con brujería negra,Dios me libre), pues pienso que no se equivocaban demasiado. Me han dicho cosas que siempre se han cumplido. El que quiera creer que crea, los otros han leído una de mis muchas historias (todas verídicas) para no dormir. Ahora me vuelvo a la cama, que son las tres y veinticinco, pero esta es una buena hora para venir a escribir estas cosas cuando se tiene insomnio.Si os pasa algo de esto, rezad, que Dios no hay más que uno y hay que arrimarse, como los peperos (con perdon) al sol que más calienta...
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