
Yo siempre he tenido un “penchant”por lo truculento, por las historias de crímenes, por los asesinos y cosas así. No sé de dónde me viene. Pero cuando era jovenzuela compraba todas las semanas un periódico que se llamaba El Caso, en el que venían siempre casos de crímenes terroríficos, y te lo explicaban todo con pelos y señales. A mí me gustaba mucho leer todo aquello, me divertía la mar, y los guardaba todos. Cuando me casé, mi madre aprovechó para tirármelos todos a la basura, dándome un disgusto. Paciencia.
Pues ahora en Internet he buscado algunos de aquellos criminales que entonces llamaban mi atención, y yo seguía en los periódicos, y sobre todo en El Caso, sus peripecias. Había uno que era de mis preferidos, no porque me cayese simpático, que no me caía ninguno, sino porque me intrigaba mucho y me sigue intrigando la forma de actuar de la gente, hasta dónde pueden llegar. Ya dijo no sé quien, que el corazón humano es un abismo insondable. Y es verdad.Se trataba de El Arropiero. Pues este arropiero era hijo de uno que hacía arrope y lo vendía, y eso es como un dulce de la posguerra hecho a base de higos secos, que yo nunca he probado y que debe ser un asco, pero la gente lo compraba. Al morir su padre, él, que era el hijo del Arropiero, se quedó con el título. Estaba mal de la cabeza, Mató, según confesó, en España, Francia y Alemania, a casi cien personas. No se pudieron probar todos estos crímenes, que él relataba como sus hazañas. Estuvo un tiempo en
A mí, cuando era pequeña, me contaban mis padres muchas cosas de Filipinas, pues un bisabuelo o tatarabuelo, ya no me acuerdo, del que ya hablé, estuvo de gobernador allí, y se trajo muchas cosas bonitas. Un abanico de marfil labrado como encaje que tengo yo porque se lo choricé a mi madre, y otras cosas. Entre ellas el famoso chal bordado en plata, que eso sí que me duele el que haya desaparecido. Mi madre me contaba que en Filipinas tienen una especialidad patológica, que es cierta, pues yo lo he leído después en libros de psiquiatría. Y es el correr el amok. De pronto le da a uno ,siempre un hombre, una locura momentánea, coge un machete o lo que encuentre más a mano para cargarse a alguien, y corre como un descosido, llevándose por delante a todo aquel que encuentra, y rompiendo cosas a su paso, como alma que lleva el diablo. A eso se le llama correr el amok. Parece que solo ocurre en Indonesia. A mí a veces me han dado ganas de hacer algo parecido, pero me he contenido.Hay cosas curiosas. Como aquellas dos criadas francesas, que estuvieron toda la vida de sirvientas en casa de unos burgueses, y un buen día les degollaron y les hicieron trocitos, que guisaron. Misterios de la mente humana. No habían dado nunca pruebas de alteración psiquica alguna. Luego hicieron una película llamada en Francia Les Abysses, Los Abismos, que se refiere a la sima profunda que tiene el alma humana.
Pero no asustarse, que yo no soy capaz de matar ni a una hormiga. Cuando estoy en la terraza procuro no pisarlas, pobrecitas. Ellas van a su bola. No las molesto. También tengo multitud de lagartijas, que de ésas se encarga
No voy a escribir más porque voy a asustar al personal. No temáis , queridos, yo aunque sea amante de los crímenes truculentos, no pienso cometer ninguno, a menos que me lo pongan a huevo, léase que me la hagan muy gorda. Pero en el fondo soy una buenaza.
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