-¡Pues quién va a ser. tío,!. La condesa, no te fastidia...
El conde se estremece dentro de su armadura y ésta suena como un saco lleno de latas de Coca Cola vacias.
Tercia el Conde Nuño:
-Hijo, no te precipites. Hay explicación para todo- dice, por decir algo, y confiando en su fuero más interno en la astucia femenina en general y la de su nuera en particular.
-¡¿Dónde está Leonor?!¡Quiero una explicación!
A estas alturas, el cruzado ya está ronco.
-Ya os hemos dicho que en su cámara acicalándose, leñe- repite su venerable padre.
Don Ñuflo se dirige a la escalera que sube a los aposentos de su esposa, saltando de tres en tres los escalones.
Mientras, en el patio, la helada y asquerosa hueste descabalga, ayudada por los moradores del castillo, quienes empiezan a preparar unas tinas de agua caliente para que se desalteren, y Don Nuño y Clodulfo callan y se miran, apesadumbrados.
-Malos tiempos, Clodulfo.
-Malos tiempos, Don Nuño.
-Sí.
El conde ya ha llegado. Abre con estrépito la pesada puerta claveteada del aposento de Leonor y se la encuentra en la cama en plan Desdémona, con blanco camisón, la cara entre las manos y la dorada cabellera esparcida y revuelta. Con tanto grito y la subida del marido ya está al cabo de la calle.
-¡¡¡Ayyy, esposo mío, qué desgracia tan grande me ha ocurrido!!¡¡¡Aaaaah!!!-dice lanzando un alarido y mesándose los cabellos.
-¡¡¡Menos cuento, Leonor!!!...¡Uno llega a su casa para descansar, y le recibe un mocoso repelente que le dice que es hijo vuestro!!!
-¡¡Pues ahí está la desgracia!!!¡¡¡Ayyyyyy!!!
Y sigue dando gritos desgarradores.
-¡Basta ya!- dice el conde haciendo un gallo, pues como recordamos al lector, se ha quedado afónico y además viene con faringitis.
-¡¡¡Me habéis deshonrado!!!¡Merecéis la muerte!!- dice rojo de ira.
-¡No ha sido culpa mía, esposo querido!. ¡Una noche de verano entró por la ventana, mientras dormía, un demonio de esos llamados íncubos, que vuelan y se aprovechan de la indefensión de doncellas y casadas solitarias,a las que dejan preñadas!
-¿¿Y tú crees que yo voy a creerme esa historia de demonios voladores??!!.
-Pues es cierta. ¿No habéis oído hablar de los súcubos, que son justo al revés, demonias que perturban el sueño de los monjes y les hacen pecar?. Preguntad sino al abad.
-Mira- dijo Don Ñuflo, un poco más calmado- entre otras cosas porque después de tanta cruzada y viaje estaba cansado. -No me trago que ese monstruo que responde por Gumersindito sea hijo del diablo, aunque por la manera en que se ha dirigido a mí bien pudiera... pero no me creas tan ingenuo...ahora estoy reventado y voy a quitarme estas latas, y ya cuando haya descansado arreglaremos tú y yo cuentas...
La condesa sigue llorando y haciéndose la mártir.
En ese momento llaman a la puerta. Es un paje.
-Toc, toc.
-¡Adelante!- dice desalentado Don Ñuflo.
-Perdón, señor, pero es que está aquí un villano del villorrio y dice que hoy se casa y que si haréis el honor de pasar por su humilde cabaña a ejercer vuestro derecho de pernada...
-¡Para jolgorios estoy yo hoy!...¡Dile que se vaya al infierno!
(continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario